Tal y como se recoge en un reportaje de DV, la guipuzcoana Alcorta llevaba ya una década inmersa en procesos para impulsar un cambio de cultura empresarial que posibilitase que los trabajadores se sintieran parte del proyecto, con mayor transparencia, información, creación de microcompañías... Pero no se había dado el paso de abrir la participación en el capital de la empresa hasta la salida del grupo alemán Mahle, que decidió dar un paso a un lado en 2007 y vender su parte. Ahora, 40 de los más de 200 trabajadores de la compañía poseen el 30% de la firma y el objetivo es seguir implicando a más empleados en el proyecto.
No fue un momento sencillo para arrancar el proceso, explica Lorenzo Mendieta, director general de la actual Alcorta Forging Group. En 2009 la facturación tocó fondo y las ventas se redujeron un 40%. «Pero en esos momentos malos es cuando se demuestra si el modelo funciona o no. Todo el mundo tenía la información. Y hubo un compromiso para proteger la compañía y tener una visión a largo plazo», señala.
Desde 2010, la empresa no ha dejado de crecer y Alcorta Forging Group se ha confirmado como una de las empresas con más proyección en un sector como la automoción.En 2016 hemos duplicado las ventas que registramos en el año previo al inicio de la crisis», confiesa Mendieta. De esta forma, el pasado ejercicio Alcorta facturó 63 millones de euros. Se ha iniciado también un proceso de inversión de unos 4 millones de euros anuales en los próximos cuatro años, con una ampliación en 2.000 metros cuadrados de su planta de Elgoibar. En 2013 abrió su primera filial en EE UU y en 2014, su oficina de servicios en Shanghái.