Reforma laboral, el valor del acuerdo

- Artículo de Virginia Múgica, directora del Departamento Jurídico Laboral de Confebask, publicado en el quincenal Empresa XXI (ver aquí)

Virginia Múgica

Virginia Múgica, Confebask

2022-03-21

Los agentes sociales teníamos la enorme responsabilidad de alcanzar un Acuerdo que posibilitara una reforma legal acorde con las exigencias europeas y que, a la vez, fuera capaz de articular un equilibrio entre la necesaria flexibilidad que requieren las empresas en coyunturas de crisis, y la estabilidad laboral de sus personas. Bueno para las empresas, porque mejora su competitividad, bueno para las personas porque aumentan sus expectativas profesionales y su calidad de vida.

El reto parecía prácticamente imposible, pero así lo hicimos. Ha sido, por lo tanto, un logro fruto de la responsabilidad y compromiso de todos los que hemos tomado parte en la negociación, lo que además nos reivindica en nuestro papel de agentes sociales, tantas veces denostado por algunos: hemos formado parte de la solución y no del problema.

Y es que, lo primero que hay que poner en valor es la existencia del propio acuerdo. No es una “frase hecha”. Afrontar exitosamente los cambios que nos esperan exige seguridad jurídica. Eso es lo que aporta el Acuerdo, porque el consenso alcanzado da garantía de estabilidad en el corto y medio plazo.

En cuanto a la valoración global, y a grandes rasgos, me gustaría destacar algunos contenidos que desde el mundo empresarial hemos valorado muy positivamente.

En primer lugar, es importante destacar lo que esta reforma no ha tocado. Porque eso también forma parte del acuerdo. Asumir que determinados instrumentos de flexibilidad que preservan la competitividad de las empresas deben seguir regulando nuestras relaciones laborales tiene un valor extraordinario.

Me refiero, especialmente, a que permanezca intacto el artículo 41, por el que la dirección de la empresa va a seguir pudiendo acordar modificaciones sustanciales de las condiciones de trabajo cuando existan probadas razones económicas, técnicas, organizativas o de producción, o a que se mantengan las definiciones de dichas causas cuando han de justificar un despido objetivo, así como las correspondientes indemnizaciones. Son, como digo, cuestiones capitales para garantizar ciertos márgenes de adaptación de las empresas en épocas de crisis.

Una flexibilidad que, además, mejora gracias a la introducción de varios elementos que sí se han incorporado a la nueva legislación. Aprendiendo de la experiencia de la pandemia, la reforma prevé mecanismos alternativos al despido, de modo que se configure realmente como el ultimísimo recurso. Y es que, en caso de dificultades, la empresa podrá contar con una red de ayudas que le permitirán “resistir”. Me estoy refiriendo, en concreto, a la nueva regulación de los ERTES y, fundamentalmente, al Mecanismo RED. Ambos instrumentos, además, permiten retener el talento, especialmente escaso en nuestros días, y aportan tranquilidad y seguridad a las personas y a las empresas.

Seguramente la gran novedad y la modificación más profunda se ha producido en materia de contratación. Se ha limitado drásticamente la contratación temporal, pero se ha tratado de compensar esa pérdida de flexibilidad con una novedosa regulación del contrato fijo-discontinuo, cuyo potencial tendrá que ser explorado. La negociación colectiva tiene ahí un importante papel que jugar, pues la regulación de muchos elementos de dicho contrato se ha remitido a la negociación colectiva para poder adaptarlos a la realidad de cada sector.

Por otro lado, también es importante la reformulación del contrato de formación en alternancia, una demanda largamente perseguida por Confebask y que, por fin, se sustancia en esta ley. Dos aspectos que destacar: primero, la eliminación del requisito de edad que condicionaba, su utilización a menores de 25 años; a partir de ahora la edad no es obstáculo para formalizar este tipo de contrato. Segundo, se posibilita su uso en el ámbito universitario.  Esta figura ya estaba prevista para la FP, pero ahora se extiende también a la formación universitaria dual, un ámbito en el que Euskadi- una vez más, en lo que se refiere al ámbito de formación y empresa - es pionera en todo el Estado y que ahora contará con un contrato que será, sin duda, un magnífico instrumento para adaptar los estudios a las necesidades de las empresas y para introducir a los jóvenes en el mundo laboral. Lo sabemos porque contamos con lo ocurrido en la FP de Euskadi.

En definitiva, nos encontramos ante una reforma valiente y profunda, tanto por lo que ha modificado como por lo que no ha tocado, soportada en la responsabilidad de los agentes sociales, y que está concebida desde la humildad. Somos muy conscientes de lo arriesgado de ciertas decisiones, pero la intención ha sido acertar. Turno ahora para que empresas y agentes sociales aprovechen la nueva herramienta jurídica en beneficio de todos.  Y, sobre todo, para insistir en algo que en Euskadi valoramos muy especialmente: la negociación como herramienta para construir y crecer. Ésa es nuestra estrategia, en clave de país. Es la hora de la responsabilidad, para todos.

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