"15 años de crisis… y ahora esto"

Artículo del presidente de Confebask, Eduardo Zubiaurre, para el anuario de Estrategia Empresarial

Eduardo Zubiaurre

2022-05-02

Cerramos 2021 con unas expectativas al alza. El crecimiento se consolidaba y el empleo lo hacía incluso a mayor ritmo. Es cierto que, en el último tramo del año ya asomaban algunas variables que amagaban con ensombrecer los evidentes ‘brotes verdes’ tras una pandemia desconocida. Léase, encarecimiento de las materias primas, energía, desabastecimiento de determinados componentes para el funcionamiento de sectores clave para nuestra economía, reducción de márgenes empresarial por el cada vez mayor alto coste de producción, etc…

 

Sin embargo, el crecimiento de la economía vasca fue vigoroso en 2021 (más de un 5%) y el empleo rebotaba casi hasta máximos históricos, cerca otra vez del millón de cotizantes, a la espera de que este 2022 consiguiera superar ese hito. Había dificultades a la vista, como habitualmente, …pero nada que hiciera presagiar a lo que hemos tenido que enfrentarnos en este primer tramo de 2022.  

 

Llevamos desde 2008 sin apenas levantar cabeza. Entonces vivimos lo que muchos definieron como ‘la crisis más grave desde el crack del 29’, a la que siguieron medidas de recorte drástico de la inversión pública-privada y, en consecuencia, de la actividad y del empleo.

 

Nos llevó una década reponernos de aquella crisis – y no a los niveles anteriores a 2008 – cuando nos sorprendió otra de magnitud absolutamente desconocida, tanto por su drama humano como económico y social. En esta ocasión, sin embargo, la respuesta de Europa y los gobiernos ante las consecuencias de la pandemia fue muy distinta a su antecesora. Y gracias a un endeudamiento sin precedentes, instituciones públicas y empresas privadas hemos trabajado codo con codo para minimizar sus efectos.

 

Dos años de continuos reveses sanitarios, sociales y económicos de los que estábamos empezando a salir con la esperanza de que este 2022 y, siquiera, 2023, dejáramos definitivamente atrás la pesadilla que ha supuesto la pandemia del covid, por cierto, todavía no completamente superada.

Las expectativas generadas ante la llegada de los fondos europeos destinada a transformar y modernizar nuestra economía son muy grandes. Pero cuando todavía apenas han comenzado a canalizarse, nos sorprende otra catástrofe no prevista.

Volvemos a enfrentarnos a una situación de crisis ante la que el ejercicio de previsión se vuelve inútil. Y lo cierto, es que, aunque la guerra en Ucrania termine a medio plazo sin escalar aún más el desgraciado tono bélico actual, las consecuencias geopolíticas, económicas y sociales perdurarán entre nosotros durante algún tiempo.

No sabemos cuánto ni con qué intensidad. Lo que sí sabemos es que este nuevo tiempo nos va a obligar a actuar a todos con la máxima responsabilidad dentro de cada nuestras respectivas áreas de trabajo. Con medidas paliativas para que la economía y la sociedad no se detengan, y con el hecho de que todos debemos ser conscientes de la situación en la que nos encontramos, aparcando reivindicaciones fuera de la realidad que puedan poner en peligro ese proyecto común que llamamos empresa para, dentro de las posibilidades de cada uno, afrontar lo que nos viene con el menor daño posible.

No quisiera terminar sin un mensaje para la esperanza. No se puede caer en un pesimismo estéril. Se trata de que todos arrimemos el hombro. Siempre hay una salida y, esta ocasión, la sociedad vasca puede contar de nuevo con sus empresas para arriesgar, seguir invirtiendo y generando empleo en las medidas de sus posibilidades, contribuir como hasta ahora a nuestro sistema del bienestar; y trabajar para salir juntos de esta nueva crisis.