Artículo de la presidenta de Confebask, Tamara Yagüe, para la Guía de la Innovación de Estrategia Empresarial
Tamara Yagüe, presidenta de Confebask
2024-01-24
No hace falta ser un experto en alta montaña para entender que cuando se prepara el ascenso a cumbres excepcionales, contar con un campamento base desde el que planificar la subida y encontrar refugio si las cosas se tuercen, es básico, así como poder configurar una buena cordada, en la que unos tirarán más que otros, pero donde el objetivo es que todos hagan cumbre.
Siguiendo con el símil de la montaña, la I+D+i puede compararse a uno de esos ascensos. El objetivo es hollar una de las cumbres más altas de la competitividad empresarial: la que garantiza la supervivencia del proyecto empresarial, y con eso, su contribución a un mejor empleo y a una mejor sociedad. Y Euskadi cuenta con un ‘campamento base’ de referencia en el Estado, con unas bases sólidas para ser un territorio potente en I+D+I. Contamos con un buen ecosistema de innovación gracias a la colaboración de los agentes de la Red vasca de Ciencia, Tecnología e Innovación, así como con una política pública de apoyo a esa red y a la actividad de I+D+i, a la que se suman también importantes empresas de nuestro país.
La inversión y la colaboración público-privada está dando frutos y Euskadi es hoy una región de ‘alta innovación y punto de excelencia’ según describe la propia Comisión Europea en su último informe RIS (Regional Innovation Scoreboard). De hecho, según señala ese mismo informe, lo habitual es que ese ‘polo de excelencia’ sea la capital del Estado, cosa que no ocurre en España, donde la mejor situada con diferencia es Euskadi: un 23% por encima de la media y ampliando la diferencia con Madrid.
Asimismo, las últimas cifras conocidas reconocen que la apuesta inequívoca de las empresas vascas por la I+D+i se mantiene. Y así, con datos de Eustat, en 2021 la inversión en este capítulo marcó un récord de más de 3.000 millones de euros, un 8’7% más que el año anterior, de los que el 54% fue I+D interna, el 15% I+D externa (adquisición de I+D), y el 31% corresponde a gasto en innovación.
Pero contar con este buen campamento base no es suficiente. Queremos formar una cordada en la que estén todos. Así, entre las cosas a mejorar, hay que facilitar una mayor incorporación de las pymes, pues hoy en día, doce grandes empresas tractoras aglutinan más del 40% de la I+D en Euskadi. Las pymes siguen teniendo dificultades para realizar inversiones en un campo en el que los resultados no siempre están garantizados. Y para cuando se notan, han tenido que pasar varios años. Les hará falta, por tanto, más oxígeno para poder llegar a la cumbre, frente a otras empresas con mayores capacidades que pueden alcanzarla a pulmón libre.
El tamaño de la empresa condiciona el acceso a la financiación y la potencia de la inversión. Está claro que, a mayor tamaño, mayor competitividad y capacidad para realizar productos y servicios de valor añadido, algo clave hoy en el mundo tan globalizado en el que vivimos. Las empresas vascas que han tomado la decisión de crecer nos dicen que, a pesar de las dificultades que supone afrontar esa decisión, claramente han ganado posiciones. Tampoco se trata de crecer por crecer, sino de adquirir el tamaño adecuado a cada caso. Pero sí es importante abordar esa posibilidad.
En definitiva, en Euskadi contamos con un buen ‘campamento base’ desde el que atacar la cima más alta de la competitividad empresarial. Como en una expedición de alto rendimiento, la colaboración entre todos y la mutua confianza son parte del éxito. Desde la empresa vasca estamos preparados para alcanzar la cima juntos.