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Domingo, 21 de enero de 2024
Núm 1554/2024
Año XXXVII

El empleo juvenil vasco crece hasta niveles de 2009 (Deia)

Regreso al momento previo al estallido de la crisis financiera de 2008, una zona cero para el empleo y la actividad económica en general. La tasa de ocupación de los vascos de entre 16 y 24 años se sitúo el año pasado en el 24,7%, lo que supone que una cuarta parte de las personas entre esas edades tiene trabajo. Es el mismo porcentaje que con el que se cerró 2022 y se consolida así una tendencia que sitúa ese segmento del mercado laboral en niveles de 2009, cuando los efectos de la gran depresión aterrizaron finalmente en Euskadi y concluyó de la forma más abrupta posible el periodo de crecimiento más largo de la economía vasca. Ocurre algo similar con la tasa de paro de los jóvenes, que confirmó el año pasado su tendencia a la baja y se situó en el 17,6%. En su caso, este valor es 5,3 puntos porcentuales más bajo que el de 2009, si bien está muy lejos del 9,9% de 2008. Sin embargo, tampoco la tasa de desempleo de toda la CAV se ha equiparado a los estándares previos a la crisis financiera. Fueron años de intensa actividad económica en los que el porcentaje de personas sin empleo en la CAV llegó a ser del 3,3% en 2007. Los ciclos no son comparables. En el contexto actual, con un récord de afiliación a la Seguridad Social y más de un millón de trabajadores cobrando su salario, la tasa de actividad –la población en edad de trabajar– es más alta que en 2008. No ocurre lo mismo con el porcentaje de ocupados y, por ello, la tasa de desempleo se mueve en otros parámetros. Si se tiene en cuenta además que el número de parados registrados en las oficinas de Lanbide sí es similar al del ciclo expansivo de principios de siglo, el margen de reducción de la tasa de paro es muy limitado.

Euskadi limita los daños de la tensión en el mar Rojo, que amenaza con otra escalada de precios (El Correo)

La guerra desatada por Israel en Gaza y la reacción de grupos terroristas hutíes atacando los buques que se dirigen al Canal de Suez a través del mar Rojo ha encendido las voces de alarma. Los principales operadores del tráfico marítimo entre Asia y Europa han desviado ya sus rutas para eludir el riesgo. La alternativa, navegar hasta el sur de África para doblar el Cabo de Buena Esperanza, supone retrasos de hasta quince días en la llegada de las mercancías –hay un aumento medio de 6.000 millas marinas en las rutas, equivalente a algo más de 11.000 kilómetros– y un aumento de costes que se ha ido a las nubes. «No tenemos líneas directas con Asia pero sí han comenzado a notarse algo los retrasos en las mercancías que llegan de esa zona con transbordos en puertos del norte de Europa», señala Ricardo Barkala, presidente del Puerto de Bilbao. «No tenemos por el momento llamadas de angustia como sí se han producido en otros momentos, como fue la huelga de la estiba», matiza. La consejera de Desarrollo Económico del Gobierno vasco, Arantxa Tapia, ha señalado esta semana que en la industria vasca «hay alerta pero no un impacto preocupante por el momento». Tan solo Michelin ha advertido de algunos problemas en el suministro del caucho que utiliza como materia prima para fabricar neumáticos, mientras se extiende la idea de que lo peor está por llegar. Algunos sectores como el de la fabricación de componentes de automoción respira con cierta tranquilidad. «Nuestra estructura industrial está muy cerca del cliente final de ahí que estos problemas de transporte tengan una incidencia limitada», aseguran desde una compañía vasca. «Los retrasos han comenzado a notarse pero probablemente los peores momentos no han llegado todavía», apunta Elvira Gallego, directora general de CSP Bilbao, la empresa que explota la terminal de contenedores del Puerto de Bilbao y que está controlada por la china Cosco. Gallego está convencida de que este nuevo golpe a las cadenas logísticas, en plazos y en costes, va a permitir profundizar en torno a estrategias industriales que se han revelado contradictorias.

A mar revuelto, negocio de navieras (El Correo, Diario Vasco)

Aseguran los expertos en la materia que las navieras han hecho de la necesidad virtud y en el mar revuelto han encontrado la excusa perfecta para darle de nuevo alegría a sus cuentas de resultados. Así, se ha instalado la idea de que todas las navieras han aprovechado el momento para justificar un incremento desmesurado del precio de sus fletes, muy por encima del aumento de los costes reales que tiene el desvío de sus rutas tradicionales, porque además de tener un relato que lo sustenta se ha incrementado también la competencia. «Un transporte entre un puerto asiático y Canarias no ha sufrido variación alguna como consecuencia de la inseguridad en el mar Rojo. La travesía es ahora la misma que hace seis meses. Sin embargo el coste en esa ruta se ha incrementado de forma exponencial», asegura el directivo de una compañía dedicada a la logística marítima. Es, apuntan, la prueba del algodón de que detrás de la escalada de costes hay también un movimiento especulativo de corto plazo. Las navieras atravesaron momentos muy complicados durante la pandemia como consecuencia del parón en la producción en la práctica totalidad de los países, que a su vez derivó en una reducción drástica del comercio. La compañía danesa Maerks, la segunda del mundo en movimiento de mercancías, apenas ganó 2.350 millones de euros en 2020. El año siguiente sus resultados fueron más lustrosos, 15.796 millones, para dispararse a las nubes en 2022, cuando cerró el ejercicio con un resultado neto de 27.236 millones. Pero 2023, ya desde sus primeros compases, trajo consigo una contracción del comercio mundial y un aumento importante de costes operativos, que también desinfló la cuenta de resultados. Al cierre de septiembre Maerks reportó una caída del beneficio del 82% y también dio a conocer su decisión de despedir al 10% de la plantilla. No se conocen los datos finales pero todo apuntaba a que el cuarto trimestre del año podía terminar con pérdidas… hasta que los hutíes convirtieron el acceso al Canal de Suez en un trayecto altamente peligroso. Los analistas estiman que la firma danesa puede romper su récord de beneficios en el primer trimestre de 2024.

Euskadi ingresa más de 500 millones en dos años con los nuevos impuestos (El Correo)

La economía vasca se desaceleró el pasado año, sí, pero mantuvo un crecimiento del 1,7% del PIB que sirvió para retener el vigor recuperado tras la pandemia y que ha permitido a muchas empresas cerrar el año con facturaciones sólidas y beneficios que, en algunos casos, han llegado a techos históricos. Un contexto en el que el empleo ha seguido creciendo con más de un millón de afiliados a la Seguridad Social y desde el que se ha hecho frente a una fuerte crisis energética y de precios. En lo fiscal, todo eso se ha traducido en un crecimiento de la recaudación de casi el 9% en 2023 hasta llegar a los 18.102 millones. Pero además, hay que sumar la activación de hasta seis nuevos impuestos que dejarán 500 millones entre el año pasado y este 2024. Nuevos ingresos logrados por la negociación del PNV en la Comisión Mixta del Concierto, que ha servido para integrar en la gestión foral estas figuras tributarias. Algunas de ellas como el impuesto a la banca y a las energéticas ha dejado en las arcas vascas 165 millones y se han presupuestado para este año otros 158. Toda esta dinámica ha impulsado con fuerza el ritmo de la recaudación en Euskadi, que crece un 20,8% desde 2018. Son 3.121 millones más, hasta 18.102. Es un incremento muy superior al de la economía vasca, cuyo PIB en ese lustro ha ascendido la mitad, un 11,76%. El resultado de pasar de los 71.921 millones de 2018 a los algo más de 80.000 con los que se espera cerrar el 2023. Son unas cifras que hacen que los ingresos de las haciendas vascas sean equivalentes al 22,52% del PIB estimado para 2023. Es la tasa más alta de la serie histórica y ha crecido 1,7 puntos sobre el 20,83% de 2018. Y cuatro puntos en la última década.

«Queremos dar un cariño especial a los jubilados que reclaman lo pagado de más en el IRPF» (Diario Vasco)

Jokin Perona Lerchundi (Orio, 1978), el diputado de Hacienda de Gipuzkoa, guarda bajo siete llaves los detalles de la inminente reforma fiscal, aunque desvela, por vez primera, algunos de los temas que se incluirán en la misma; temas que van más allá de lo puramente económico y con un cariz más social. " Las ventas de las empresas siguen creciendo, no a doble dígito, pero sí un 2% o un 3%. Con datos de noviembre crecen un 0,4% acumulado, que es empatar con el mejor año de la historia. Somos una economía abierta, sí, con lo que no podemos ser ajenos a lo que suceda en Alemania, Francia o Reino Unido en sentido negativo y a EE UU, en el positivo. Lo lógico, con los tipos de interés además, es que poco a poco vayamos desacelerando.–¿Desacelerando en PIB, en exportaciones, en empleo...?–En exportaciones, que es lo que luego nos va a dar de comer. Las previsiones de PIB y empleo son positivas. Para 2023 la previsión de recaudación es de un aumendo del 6,1%, que yo espero cumplir. Y para 2024, del 5,19%; veremos, aunque el que las exportaciones vayan bien me anima. Las empresas están mucho más capitalizadas que en 2007. Prudencia y templanza, pero también ambición e ilusión...-El Gobierno central ha prorrogado el impuesto a la banca y las energéticas, con la idea de concertarlo. ¿Qué le parece?-La banca ya paga un tipo del 28%, superior al resto. A partir de ahí, queremos tener un sector financiero fuerte para que nuestras empresas sean competitivas.–¿Entiendo que no le gusta?–Temporalmente se pueden establecer sistemas ante unas necesidades que cubrir, pero a largo plazo hay que equilibrar adecuadamente. De hecho, el BCE ha alertado sobre este tipo de gravámenes. Aquí hay ‘players’ extranjeros que no pagan ese impuesto. Nuestro sistema empresarial está muy bancarizado.–También hay energéticas muy importantes en Euskadi...–...y que ya hacen una aportación fiscal muy importante. Introducir deducciones en virtud de inversiones en sostenibilidad, me parece bien..."

El futuro de Rioja Alavesa (El Correo Araba)

Cuando el sector del vino se encuentra en la encrucijada, cuando todo son incertidumbres, cuando muchos chavales, incluso con tierras y bodega, optaron por buscar un futuro sin taninos, Iker y Alberto Martínez Pangua decidieron nadar a contracorriente, quedarse en su pueblo, Baños de Ebro, y apostar por un negocio y una forma de vida asediada por la falta de relevo generacional. Formados y apasionados, son el futuro del vino alavés. El Correo comienza aquí y ahora a compartir con ellos todo un año de trabajo, de sol a sol, para conocer el sector desde Altún, su bodega familiar. Lo habitual a esa edad es imaginarse de futbolista, de bombero, de veterinario quizás. Pero a los 10 años, Iker tenía muy claro que, como su padre, se iba a dedicar a la bodega. Más que olfato, lo suyo es una capacidad innata, casi mística, para el vino: de muy crío ya dejaba boquiabiertos a los camareros más curtidos al ser capaz de diferenciar un joven de un crianza con solo observar la copa al trasluz. Y a los 19 años, ya se encargaba de hacer el coupage en la bodega. Hoy tiene 34 y dirige la bodega con su hermano Alberto, de 27, que comparte con él una sólida formación en enología y descorcha su misma pasión y visión del negocio del vino. El más joven de los hermanos tampoco se imaginó jamás ni dedicándose a otra cosa ni, desde luego, viviendo en otro lugar que no fuera su pueblo. Y eso que él es de los que hizo el petate y se fue a Nueva Zelanda y luego a Burdeos, a Baja California, a Borgoña... para aprender y regresar a Baños de Ebro.

«Siempre he dicho las cosas claras y con sinceridad al PNV y a Urkullu, eso ayuda a buscar el acuerdo» (Diario Vasco)

Entrevista con la vicelehendakari Idoia Mendia. La socialista Idoia Mendia (Bilbao, 1965) recorre sus últimos meses en la primera línea de la política vasca después de 22 años de andadura y lo hace con un grado de satisfacción «muy alto». La vicelehendakari segunda y consejera de Trabajo y Empleo desvela que la decisión de dejar ese ámbito político se lo comunicó a Sánchez en Moncloa al día siguiente de las elecciones de 2020. De su futuro inmediato, no detalla si se ve en Madrid o de europarlamentaria, pero recuerda sus inicios profesionales tras graduarse en Derecho cuando trabajó un año en la Comisión Europea. «Me imagino viviendo en cualquier parte del mundo. Hablo inglés, entonces me siento cómoda en cualquier sitio», apunta. "Estoy muy satisfecha del área de responsabilidad de Trabajo y Empleo, y de cómo hemos hecho las cosas. He tenido la suerte de fichar un grandísimo equipo y hemos podido hacer todo lo que nos propusimos. Permítame que me ponga una medalla, soy la primera consejera que hago la primera Ley de Empleo en diez años desde que recibimos la transferencia. Cuando se habla en abstracto del autogobierno, esto es su desarrollo práctico...Tiene mucho valor que hayamos sido capaces, en este país en el que veníamos de una política de trincheras durante muchos años, de tener un gobierno plural para un país plural...–Ha encargado a Fabrika, el centro de alto rendimiento que impulsa Adegi, un informe sobre la viabilidad de la semana de cuatro días. ¿Entiende las críticas de los sindicatos?–ELA y LAB estaban en contra del estudio, que me parece inexplicable. Estaban en contra de todo, entonces no suma nada de valor especial que critiquen ahora que por qué lo hago con Fabrika.–¿Cree que se van a mantener los buenos datos de empleo a pesar de la incertidumbre económica?–Aunque la economía se está ralentizando es verdad que seguimos estando en unas tasas de crecimiento suficientes como para generar empleo y las empresas siguen mostrando interés en contratar, así que por nuestra parte lo que estamos haciendo es ponernos al servicio de las empresas para facilitar esas contrataciones". 

«El informe PISA nos dice que la educación vasca tiene motivos para preocuparse» (El Correo)

Nekane Artola fue nombrada hace pocos meses presidenta de Ikastolen Elkartea, la federación de ikastolas que aglutina a unos 114 centros en Euskadi, Navarra y el País Vascofrancés. Agurne Barruso ha sido designada esta semana directora general. Asumen sus cargos en un momento vibrante, con una Ley de Educación vasca recién aprobada y con la crisis demográfica como principal reto para el sistema educativo. "El diagnóstico que hacemos es que tendremos que cerrar aulas pero no centros. Parece que es un problema sólo de la educación, pero en unos años trascenderá y a ver qué hacemos. Es un problema de país. Pero bueno, el planteamiento que le hacemos al Gobierno vasco es: vamos a aprovechar esta mala circunstancia para mejorar la calidad de la educación. Si hay menos niños pero mantienes los recursos, se puede hacer... Creando nuevas figuras, bajando ratios, explorando opciones como la codocencia, mejorando la atención al alumnado con necesidades especiales... Es una oportunidad para mejorarlo todo...– Acaban de firmar un preacuerdo con LAB para actualizar el convenio colectivo.– La apuesta firme por el mantenimiento de los puestos de trabajo es un punto importante. Y otro es la equiparación salarial (con los empleados de la red pública), que es una reivindicación sindical de hace varios años.– La ‘paz social’ que hay en las ikastolas contrasta con el resto de la red concertada...– Siempre hemos dicho que somos una comunidad. Hemos alcanzado un preacuerdo que todavía tiene que hacer su recorrido. Pero queremos darle ese enfoque colectivo. Vamos a estar lo mejor posible todos, tanto las familias como los alumnos y los trabajadores...– Entiendo que esa equiparación está condicionada al aumento de financiación pública.– Un porcentaje muy elevado del sueldo de los docentes los financia directamente el Gobierno a través del sistema de pago delegado. Y luego hay otra parte que se financia a través del concierto. Evidentemente, para que se pueda dar esa equiparación salarial, el Gobierno vasco tiene que poner los medios económicos necesarios...2

Sin conciliación no hay felicidad en el trabajo (El País)

Los motivos para el aumento del desapego laboral son varios. Un repaso a las encuestas sobre satisfacción en el entorno de trabajo retratan las principales reclamaciones: mejoras salariales (7 de cada 10 trabajadores creen que no se les paga lo suficiente); mayor conciliación (6 de cada 10 estarían dispuestos a renunciar a su puesto si no les ofrecen las condiciones que necesitan en cuanto a flexibilidad horaria); y cuidado de la salud mental (7 de cada 10 han sufrido burnout [síndrome del trabajador quemado] en el último año). “Las personas, una vez cubiertas sus necesidades, consideran que deben encontrar un lugar para trabajar que les genere bienestar físico, emocional y social, y es el resultado de la suma de esos tres factores lo que determina que una persona pueda considerarse feliz en su trabajo. En estos momentos hay más métodos y vías que nunca para encontrar una nueva propuesta laboral, y eso hace que la exigencia sea mayor y el cambio algo rutinario”, reflexiona Alberto Gavilán, director de talento de The Adecco Group. La reclamación laboral tiende a brotar cuando el contexto económico lo permite, de ahí que la creación de empleo que se ha producido en los últimos años haya insuflado aire a las protestas. “No es lo mismo manifestarse cuando hay una tasa de paro del 20% que cuando esta es del 12% (ahora se sitúa en el 11,8%), ni tampoco cuando a tu alrededor tienes opciones de encontrar en otro sitio lo que no te dan en tu trabajo”, incide Adrián Todolí, profesor de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social en la Universidad de Valencia. Todas las fuentes consultadas concuerdan en que los cimientos de este nuevo replanteamiento laboral se establecieron con la pandemia. “Ahí se produjo un clic. El coronavirus nos obligó a parar ese frenesí de vida que llevábamos muchos y nos hizo cuestionarnos cuáles eran nuestras verdaderas prioridades”.

Miedo a un conflicto social por la inteligencia artificial (El País)

La inteligencia artificial tiene capacidad para cambiar las tareas del 60% de los empleos del mundo, según las previsiones del Fondo Monetario Internacional (FMI). Los organismos internacionales auguran que estos avances, de los que se ha hablado ampliamente esta semana en el Foro Económico Mundial (FEM) celebrado en Davos (Suiza), supondrán la destrucción de millones de empleos. Sin embargo, también opinan que, de forma paralela, generarán otros puestos de trabajo que compensarán los eliminados. La encuesta del instituto 40dB. para la Cadena SER y EL PAÍS sobre satisfacción laboral recoge un importante grado de preocupación respecto a esta tecnología: un 58% cree que destruirá empleos, generando un conflicto social grave. A la vez, otros encuestados ponen el foco en aspectos más positivos, como el 51% que anticipa que ayudará a que se trabaje menos y a que nadie tenga que asumir los empleos menos agradables. En global, casi empatan los optimistas con los pesimistas: el 43% cree que tendrá más efectos positivos que negativos, y el 41%, lo contrario. Cuanto mayor es el empleado, menos esperanza tiene respecto a esta nueva tecnología. Dos de cada tres jóvenes de 18 a 26 años creen que la inteligencia artificial permitirá trabajar menos, mientras que entre los mayores de 59 comparte esa opinión algo menos de la mitad. Un 52% de los jóvenes cree que tendrá más efectos positivos que negativos, una reflexión similar a la del 38% de los trabajadores veteranos.

El dominio de los chips decidirá el nuevo orden mundial (El Correo)

Son elementos minúsculos, su tamaño se mide en nanómetros, están fabricados a base de silicio y germanio, pero tienen en vilo a empresas y, sobre todo, a gobiernos. Los semiconductores son la base de los chips que equipan los teléfonos móviles de nuestros bolsillos, los coches, las lavadoras, los misiles o, simplemente, la tecnología que permite que ChatGPT o Bard de Google respondan en milisegundos. Sin ellos, esta nueva tecnología cortocircuita y no hay mucho donde elegir, porque dependen en su mayoría de una fábrica: Taiwan Semiconductor Manufacturing Company Limited (TSMC). Las inteligencias artificiales generativas necesitan un enorme poder de computación para entrenar y hacer funcionar sus algoritmos. Una habilidad que nace de los chips de unidad de procesamiento gráfico (GPU por sus siglas en inglés) y que en su mayoría nacen de AMD y Nvidia, pero que TSMC fabrica. Un gigante valorado en medio trillón de dólares y del que dependen el 95% de los chips que alimentan las inteligencias de Google, Microsoft y OpenAI, cuya cartera de clientes tiene nombres como Apple, ARM, Broadcom, Marvell, MediaTek, Intel o Qualcomm, entre otros. Para que ChatGPT ofrezca una respuesta concisa a una pregunta del usuario, esta herramienta debe realizar decenas de cálculos y procesos apoyados en los H100 de Nvidia fabricados por la taiwanesa TSMC. Un pequeño chip de 4 nanómetros que sólo Samsung es capaz de replicar. El futuro tecnológico depende esta pequeña isla a 180 kilómetros de China y con poco más de 23 millones de habitantes. «Desgraciadamente, no vemos a Taiwán como un país, sino como una fábrica de chips en riesgo», denuncia Woz Ahmed, ex alto directivo británico en este sector. La carrera por el liderazgo de la inteligencia artificial está en marcha, donde Estados Unidos lidera el desarrollo del software y algoritmos. Pero la producción de los semiconductores la comparte con China que alimenta sus últimos avances con los dispositivos de Nvidia, fabricados en Taiwán. Así era hasta hace prácticamente un año, fecha en la que Washington decidió dar una vuelta de tuerca más a la guerra fría tecnológica con China.

Europa busca el equilibrio de la globalización para reducir al mínimo las crisis comerciales (Diario Vasco)

La Península Ibérica se sitúa a unos 4.000 kilómetros de distancia del mar Rojo, pero la globalización ha provocado que las consecuencias sean directas por muy lejos que se desarrolle un conflicto. Atravesar ese embudo marítimo es ahora un riesgo por los ataques de los hutíes, aliados de Hamás, y los buques de todo el mundo buscan alternativas para seguir transportando sus mercancías sin peligro de ser atacados. La solución para muchos está siendo bordear todo África, por el Cabo de Buena Esperanza, una ruta más larga (unos 9.000 km extra, lo que supone unos 15 días más de viaje) y costosa (hasta cuatro veces más), pero que conecta –por ahora– Asia y Europa sin peligro. ¿Rentabilidad económica o seguridad del suministro? Esa es la gran pregunta que se hacen desde hace años las grandes empresas, sobre todo estadounidenses y europeas, las grandes abanderadas de la deslocalización de sus industrias aprovechando el tirón de la globalización y en busca de mano de obra barata. Esta estrategia no tuvo en cuenta la dependencia que se generaría de países muy lejanos que, ante cualquier conflicto nacional que pueda parecer insignificante, haría desestabilizar el comercio a nivel mundial. El mundo occidental ha basado su crecimiento en la deslocalización –fundamentalmente a China, La India o países del sudeste asiático–. A partir de ahí se produce una interdependencia enorme entre todos los países que, a la larga, ha tenido consecuencias. Lo explica Fernando Alarcón, director de El Orden Mundial, que sitúa el origen de la «nueva globalización» en el año 2008, con la quiebra de Lehman Brothers, a lo que siguió la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca en 2017 y comenzó a implantar políticas comerciales ultraproteccionistas. Solo tres años después estalló la pandemia y el mundo cambió por completo, con cadenas de suministro colapsadas y fábricas que dejaron de producir ruedas para hacer mascarillas y respiradores. 

El crimen financiero devasta la economía (El País)

El coste de estos delitos alcanza los 3,2 billones de euros y sus consecuencias son enormes: elevan la desigualdad y se cobran vidas. Los delitos financieros se pueden narrar como un thriller. Primero el título. El coste anual de esta habitación donde nunca se filtra un rayo de sol es de 3,5 billones de dólares (3,2 billones de euros). Más que el PIB del Reino Unido. Este es el cálculo de la consultora EY. Después, un fragmento de celuloide, de un engaño que lo filman, incluso, chicos de 20 o 30 años. Pese a una cierta mejoría, los paraísos fiscales continúan operando, los ciberataques cuestan al mundo (acorde con, en español, el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales) unos 945.000 millones de dólares al año, las instituciones financieras destinan 214.000 millones (196.000 millones de euros) a protegerse y el banco de inversión Goldman Sachs avisa de lo “tremendamente destructivo” que podría ser un ataque digital al sistema eléctrico de la zona noreste de Estados Unidos. Unos 15 Estados quedarían a oscuras y el precio de este Armagedón lumínico oscilaría entre 250.000 millones y un billón de dólares en daños. Pese al relato oficial, la súper tecnología (inteligencia artificial o robótica) es de una enorme fragilidad. Sobre todo, la humana. La corrupción le cuesta a Latinoamérica la increíble cantidad de 200.000 millones de dólares anuales —un trabajo que abarcó todo el mundo de Transparencia Internacional de 2017, entrevistó a 164.000 personas, y un 25% aseguró haber pagado sobornos el año anterior— y resulta responsable de la mitad de la desaceleración económica. Eludiendo la ética, los delitos ambientales, como la tala o la minería ilegal —el tercer tipo de actividad criminal más grande del planeta—, generan 281.000 millones de dólares (256.000 millones de euros) en ganancias. Existe una idea extendida por un dios negligente de que estos crímenes son “de bajo riesgo y alto retorno”. Un puerto franco. No hay nada más preciso que el recuerdo. 

Boeing 737 MAX, el avión que no logra volar (El Correo)

El Boeing 737 MAX está gafado. Esa es la razón más benigna para explicar lo que sucede con el avión estrella del fabricante estadounidense. Ese que protagonizó dos trágicos accidentes en Indonesia y Etiopía antes de que todas sus unidades fuesen retiradas del servicio durante 20 meses. Y el mismo al que ahora, después de su autorización para volver a volar, le cortan las alas de nuevo tras el incidente, el pasado día 5, en el que una puerta salió volando a 5.000 metros de altitud. Benigna porque hay otra explicación que cada vez coge más fuerza: la de que Boeing ha ido reduciendo sus estándares de calidad hasta poner en riesgo la seguridad de quienes viajan a bordo de sus aeronaves. El propio consejero delegado de la compañía, Dave Calhoun, ha reconocido que un episodio como el sufrido por Alaska Airlines «no debe suceder nunca». Sin embargo, es algo que ya se esperaba Ed Pierson, un exempleado que en 2018 dio la voz de alarma sobre los problemas en la fabricación de los MAX, la serie creada para renovar el modelo más vendido de Boeing. «Desafortunadamente, lo sucedido no es una sorpresa», repite siempre que se le pregunta. «Ha habido más de veinte defectos de producción», sostiene, señalando con dedo acusador a la cúpula de la empresa. Calhoun se ha visto obligado a admitir que el último accidente se ha debido a «un problema de calidad». No solo porque los anclajes de la puerta del aparato no han funcionado correctamente –las Autoridades investigan incluso si estaban instalados–, sino porque se permitió que ese avión volase. «Haremos todo lo posible para asegurarnos de que algo así no vuelve a suceder», ha prometido el directivo, consciente de que cualquier paso en falso a estas alturas puede arrasar el futuro de Boeing.

El mercado cambia y se fragmenta con la llegada del fabricante chino (El Correo)

Se va erosionando la imagen de una marca que llegó a ser hegemónica y que ahora debe conformarse con un segundo puesto. Además, con más presión que nunca, porque China se ha propuesto entrar al mercado con los C919 de Comac y, aunque aún están dos generaciones por detrás en materia de eficiencia, cuentan con el apoyo de uno de los principales clientes de Boeing y Airbus: las aerolíneas estatales chinas, para las que la variable política es tan importante como la económica. Buena muestra de ello es que China Eastern, una de las principales aerolíneas chinas, ha comenzado a operar el C919 en una de sus rutas estrella, entre Shanghái y Pekín, y el aparato viaja siempre a tope. «Quizá todavía no seamos competitivos, pero es solo cuestión de tiempo», advierten en Comac. No en vano, el primer jet chino de doble pasillo, el C929, ya está en marcha con la ayuda de fabricantes rusos. Mejor que Boeing no se ría demasiado, porque le puede pasar como a Elon Musk, que en 2011 se mofaba de BYD y ahora la marca china vende más automóviles eléctricos que Tesla.

El mundo envuelto en plástico (El Correo, El País)

De la cima del Everest al fondo del mar. Ningún rincón del planeta escapa a este contaminante. Hace casi una década, Patricia Reina y Fernando Gómez, ambos ecologistas y autores del libro ‘Vivir sin plástico’, decidieron que este material altamente contaminante tenía que dejar de formar parte de sus vidas. «Se necesita esfuerzo, pero se puede hacer», asegura Reina en conversación telefónica con este diario. «No se trata de demonizar estos productos, pero nos gusta el planeta en el que vivimos y lo queremos cuidar», añade. Pese a las buenas intenciones, hacer desaparecer el plástico no es una tarea fácil. Es un material que siempre está presente. En el hogar, el supermercado, en el trabajo, en la calle, la guardería y hasta en la farmacia. Desde los móviles hasta los asientos del autobús o la ropa deportiva que se usa en el gimnasio. El plástico y sus derivados son fijos en nuestro día a día. El año pasado se produjeron un total de 403 millones de toneladas en todo el planeta. La mayoría de los que se utilizan en la actualidad son vírgenes o primarios, fabricados de petróleo crudo o gas. Sólo el 9% de la producción, alrededor de 35,5 millones de toneladas, provino del reciclaje, según los datos que maneja la patronal comunitaria Plastics Europe. Si se añade a la fabricación anual el material elaborado a partir de biomasa y de la captura de CO2 la cifra alcanza el 10%. «De cara a los próximos años, se espera que el crecimiento de los plásticos circulares continúe aumentando a un ritmo todavía más acelerado», avanza Alicia Martín, directora general de Plastics Europe en Iberia.